El libro lo cierran las estupendas fotografías de Alina López Cámara. El juego de espejos que realizan las imágenes y el texto, enriquecen la experiencia de lectura y elevan el propósito último de la literatura: el libre desplazamiento de la mente.
Coomaraswamy asegura que este mundo mágico no es irreal ni fantástico, es un mundo de imaginación y eternidad, visible sólo para aquellos que decidan contemplarlo con los ojos transfigurados del amor.
Al caminar por las calles, cuesta trabajo aceptarlo.
«Margo Glantz logra algo que tengo por muy difícil y admirable: la inserción de conocimiento en el tejido de un libro de manera natural. Sin que éste quede lastrado y se resienta. Alcanza un perfecto equilibrio entre un tono de ficción ensayístico y de ensayo elegantemente ficcionado, de una manera admirable no sólo en las letras mexicanas, sino en la prosa en español dondequiera que se escriba.» José Manuel Prieto, Letras Libres