«Te lo tomas a broma, Aristeo, pero no me voy a enfadar por eso. Te burlas de mí de un modo tan delicado y homesto que veo que te quieres divertir, pero sin ofenderme. Te perdono. Estás siguiendo las inspiraciones secretas de tu imaginación siempre jovial. Pero permíteme que te diga que hablas de lo que no sabes. No te voy a conducir a una tierra extranjera, sino que te enseñaré quizá que eres un extranjero en tu propio país. Te enseñaré que este mundo en que vives no es como crees, porque efectivamente no es como lo ves o lo sientes. Juzgas todos los objetos que te rodean por la información de tus sentidos, pero los sentidos engañan mucho más de lo que te imaginas. Son fieles testigos sólo en lo que concierne al bienestar del cuerpo y a la conservación de la vida. Respecto a lo demás, su testimonio no es en absoluto exacto ni verdadero. Ya lo verás, Aisteo, sin salir de ti mismo y sin que te lleve a esa región encantada que crea tu imaginación».