Nuestro enemigo es la pobreza, la indefensión y la injusticia. Y no hay más camino que la dignificación de la vida pública y de la vida política. Y nuestro primer deber ciudadano es que nadie, nunca, jamás, por razones sociales o económicas quede postergado, marginado, arrinconado, desplazado de la sociedad. Por ello no basta cualquier recuperación. Si no es una recuperación sostenida y eficiente, no es una solución, si no es justa, no es una verdadera recuperación.