Por el contrario, para el autor estaos ante la oportunidad de plantear un modelo de sociedad donde primen los valores de la autonomía personal, la igualdad y la integración social. Una sociedad para todas las edades.
Para ello es imprescindible desmitificar el valor de la edad como factor que segrega, discrimina y define la vida de las personas con todas las connotaciones negativas que comporta, tanto a los individuos como al conjunto de la sociedad, y que consolida los estereotipos que estimulan todavía más la dependencia, la marginación y la baja autoestima.
Una sociedad para todas las edades es una propuesta que afecta a cuestiones tan decisivas como el trabajo y la jubilación, la igualdad entre hombres y mujeres; la emancipación de los jóvenes, los mitos sobre el cuerpo, la belleza y el placer; el aprendizaje, la mezcla cultural e intergeneracional. Es todo aquello que tiene que ver con nuestros proyectos vitales y sociales