Argumento de Constelación de Pasaje
Encuadernación: Rústica
Colección: Argumentos
En el último tercio del siglo XIX despunta una crisis terminal y de nacimiento que atraviesa todo el XX y que sigue aún abierta: «una hora crítica», «una crisis como nunca la ha habido», testificaban Mallarmé y Nietzsche. Josep Casals se acercó ya en Afinidades vienesas (publicado en esta misma colección) a un epicentro de esa sacudida. Y en Constelación de pasaje, con la misma amplitud de visión y acaso con más ambición aún, extiende el foco a los cien años que median entre la fecha simbólica de la Comuna y las últimas décadas del siglo XX. En este caso el principal escenario es París y en concreto, la interacción de dos momentos de gran riqueza, encarnados en figuras como Offenbach, Manet, Rimbaud, Gauguin, Cézanne, Valéry, Rodin, Camille o Paul Claudel, de un lado, y Bataille, Leiris, Blanchot, Lacan, Duchamp, Unica Zurn, Bellmer, Duras, Barthes, Foucault, Genet o Deleuze, de otro. Sin embargo, la indagación en torno a esa muerte del Padre (llámesele Dios, sujeto metafísico, rey de la patria o del hogar) lleva al autor a revisitar también otras capitales del dilatado proceso de transformación: Múnich, Berlín, Praga, Budapest Se producen así entrecruzamientos a partir de los cuales emerge una Europa que afrontó abismos o puentes ignotos y que es antípoda de lo que hoy ha secuestrado su nombre enajenándolo de lo que le da fuerza una cultura de ensayo y cuestionamiento para identificarlo con hormas burocráticas y financieras. Un libro que combina una pluralidad de centros y horizontes con un riguroso entrelazamiento de nexos internos. Ello afluye en planos diversos, como un paseo que gusta de los saltos en el tiempo; y este gusto cinematográfico enlaza con la presentación de directores y películas con un valor específico y epocal (Renoir, Ophüls, Lang, Riefenstahl, Visconti, Fassbinder, Syberberg). Los personajes se entretejen con motivos e imágenes sintomáticas (bosque y ciudad, fuego y agua, infans y hermafrodita, autómata y prostituta, eremita y viajero), siendo algunos autores como Dostoievski y Walter Benjamin a la vez dramatis personae y nudos cimentadores. Hay una mirada panorámica y calas que se abren a obras y cuestiones decisivas del arte y el pensamiento contemporáneos: por ejemplo, la acogida de lo caduco y fragmentario; el valor de la levedad frente a la posesión; la irrupción de un «materialismo de lo bajo»; la inclusión del devenir en el conocimiento... Y todo conforme a la consideración del ser humano como criatura de ficciones, «animal complicado», habitante de mundos que oscilan entre lo presente y lo ausente pero que nunca dejan de confrontarse con su límite.0