En el caótico México de las primeras décadas del siglo XX, Uriel Eduardo Alatriste, joven «secretario de actas» del Ministro sin Cartera del Supremo Jefe (entiéndase: del presidente de la República), registra «con pasión de miniaturista, el mundo que le tocó vivir». Desde la privilegiada atalaya que le ofrece el despacho ministerial instalado en la cantina La Arcadia, Uriel, implacable fedatario de los acontecimientos, describe las circunstancias que rodearon el supuesto secuestro del cónsul estadounidense en Puebla en agosto de 1919 y la posterior amenaza de invasión del gobierno norteamericano. Su narración llega al lector en forma de relato torrencial, tragicómico y pintoresco, desplegándose en múltiples tramas
intrigas palaciegas, asonadas, amores, traiciones y venganzas y personajes políticos y matones, putas y poetas, timadores y coristas que van tejiendo una tupida urdimbre multicolor, vitalista y desencantada, teñida de un impagable sentido del humor.