Comprometerse a llevar una vida cristiana, significa para la mayoría de los católicos cumplir sus obligaciones profesionales, familiares y sociales, haciéndolas compatibles con unas prácticas de piedad diarias que, a lo largo de los siglos, han ido cobrando peso específico por sus abundantes frutos de formación y de santidad.
Antonio María Ramírez explica el sentido y el modo de aprovechar las distintas prácticas de piedad que integran un plan de vida espiritual.