De aquí surgió esta publicación que se articula desde tres premisas. Compartir algunos tramos de nuestro recorrido, no con un carácter celebratorio, sino asumiendo y dando cuenta de las posibilidades y tensiones que plantean las clases en compañía. Hacerlo sin olvidar las publicaciones que existen sobre esta modalidad de enseñanza, sobre todo a partir de que en los años noventa surge la necesidad de ofrecer a los estudiantes unas experiencias de conocer más relacionales y no limitadas por un ámbito disciplinar. Finalmente, no olvidar que compartir docencia, en una misma aula, con una misma propuesta, en un mismo tiempo, no tiene los vientos a favor de la actual visión economicista de la Universidad.
A pesar de eso, consideremos que es una experiencia que vale la pena, porque no solo da un sentido diferente al ser docente, sino que genera otros movimientos en los estudiantes que contribuyen a aprender con sentido.