Hace mucho tiempo que se acepta y casi se celebra el hecho de que en la industria creativa hay que pagar un alto precio, como jornadas laborables eternas, trabajo caótico y compañeros ególatras, para producir un buen trabajo. De hecho, esta cultura tóxica es enemiga de la creatividad, y debido a que en la actualidad hay una mayor responsabilidad y transparencia en la industria (y más opciones para los jóvenes talentos) que antes, esta forma de hacer negocios, totalmente insostenible, es una bomba de relojería.
A pesar de los indicios que dan muestra de un cambio positivo en las actitudes, el lastre de los viejos hábitos sigue presente. La sensación de desgaste, la elevada rotación del personal y trabajo de mala calidad están a la orden del día. ¿Es posible realizar un buen trabajo sin tener que comportarse como un indeseable, manteniendo ventajas competitivas, la felicidad de los clientes y un trabajo excelente?