"El color del crepúsculo" supone la indagación más personal de Alfons Cervera en ese territorio que siempre le fue querido a un escritor: descubrir los efectos del tiempo en los pliegues, tantas veces extraños, de la memoria. Aquí regresa esa obsesión, y con ella esa otra que tiene que ver con el estilo: desnudo de toda ampulosidad, el lenguaje de esta novela bordea esa sencillez que vuelve grandes las pequeñas obsesiones.