Un relato corto que complementa la última novela de Toni Hill, Tigres de cristal, y que recupera el protagonismo de Ciudad Satélite, un barrio emblemático de las afueras de Barcelona.
Violeta tiene seis años y vive en un pequeño pueblo de Extremadura en el que está empezando a suceder algo extraño. Es una niña que apenas habla y que se guarda el secreto de que es capaz de hablar con los muertos. Su padre, muerto hace unos años, y otros difuntos (soldados, otros hombres del pueblo) se le aparecen cada noche, y ella escucha todo lo que tienen que contarle. Violeta tiene también la capacidad de advertir a los vivos de que la muerte les ronda cerca.
Cuando un día Roque, un chico muy joven del pueblo, es devorado por un lobo tras ser avisado por Violeta, el pueblo estalla y la niña es acusada de mal de ojo y brujería. Su madre decide que las dos emprenderán un viaje lejos de allí, instalándose con una amiga quevive en Ciudad Satélite, en Sant Ildefons, una zona cercana a Cornellà.
Durante los años del franquismo llegaron allí un gran número de familias, procedentes de todas partes de España, huyendo del hambre y la pobreza. Ciudad Satélite estaba formada por edificios enormes, construidos a toda velocidad para ofrecer vivienda a todos los que iban llegando. Violeta tendrá que acostumbrarse a su nueva vida en una gran ciudad y hacer todo lo posible por salvar a su familia de las amenazas externas.