La ciudad de las delicias es su primer libro. A lo mejor no habría que decir nada más, sino que con calidad todo en este libro de amor a la vida y a las letras es consecuente. Detrás de poemas hedonistas y aún lujuriosos, con claro sesgo homoerótico, están muy bien asimiladas lecturas de Marcial y de Catulo, y desde luego, del gran neogriego Cavafis. Este nos enseñó de magnífico modo cómo hacer actual una Antigüedad pagana, que cada día es más presente. Y La ciudad de las delicias (un primer libro lleno de esperanzas) hace buenos a los maestros en la sabia vitalidad del discípulo.
Esto ha sido siempre el humanismo. Y este libro brilla así de sensualidad, sana heterodoxia y fértil sabiduría.
LUIS ANTONIO DE VILLENA