Argumento de Cielo Abierto
A veces la literatura no es sólo estilo. Es también compromiso con una idea o con una percepción determinada de la realidad. Este libro es una obra ideológica en el sentido más estricto del término, y no creo que su autora se sienta ofendida por este calificativo. Ninguno de los seis relatos que contiene el volumen es imparcial. En todos ellos hay héroes y villanos mejor dicho, héroes, heroínas y un villano- porque cada personaje representa conductas y actitudes que aparecen en el texto descritas desde una escala de valores muy concreta y que en ningún momento se oculta al lector. No es casual que el único de los implicados en las historias que nunca tiene voz sea el maltratador. Conceder voz literaria es una forma de comprender, de admitir, de justificar. Y, evidentemente, hay actitudes que no pueden ser comprendidas, admitidas ni justificadas desde ningún punto de vista. La autora se ha permitido la satisfacción de aplicar la justicia poética, dejando para quien corresponda la justicia que imparte la Ley. En ese sentido, el libro puede no ser del todo políticamente correcto, acostumbrados como estamos a una exagerada relativización de todas nuestras actuaciones. Es, quizá, el momento de admitir que no todas la conductas o las tradiciones son igualmente legítimas. En nuestra sociedad existe lo correcto y lo inaceptable. Es necesario insistir en que no hay excusas para formas de relación que atentan contra los derechos humanos más elementales. La violencia de género es una de esas actitudes absolutamente intolerables.1