Aquella actividad pesquera, desmedida y sanguinaria, pero que también dio ejemplos de honestidad y generó riqueza en aldeas remotas, sacrificó en pocas décadas a más de 21.000 ballenas y cachalotes. Dejó tras de sí unas aguas vacías, algún bolsillo lleno, muchos empresarios arruinados y unos cientos de jornaleros que simplemente se ganaron el salario. Y, sobre todo, dejó a la historia de la explotación de nuestros mares un legado complejo y contradictorio, en el que las ballenas fueron siempre las grandes perdedoras.
Este libro, escrito por un biólogo que vivió en primera línea la última década de actividades, examina la documentación hasta ahora dormida en los archivos de las empresas balleneras y la complementa con vivencias personales, registros orales de trabajadores y empresarios, e imágenes hasta ahora inéditas.