Los puntos suspensivos son finales abiertos y este libro, este inventario de recuerdos, es el punto y seguido que todos necesitamos para seguir adelante.
En estas páginas se grita, se piensa, se reflexiona y se cuentan los silencios que hay detrás de cada sentimiento, de cada experiencia que Rozalén ha vivido en estos últimos años.
En prosa y sin prisa, María se quita el paraguas que todos llevamos de serie y, sin cinturón de seguridad, deja que las palabras resbalen por su muñeca para contar y vivir con quien quiera leerlo todo lo que le llueve dentro, para compartirlo con cada lector que tenga el valor de mojarse.