Me llamo... me llamo... La verdad es que no sé cómo me llamo porque desde que tengo memoria todos me han llamado y me llaman Cenicienta.
¡Cenicienta!
¡Échale al guiso un poco más de pimienta!
¡Cenicienta, limpia el pasillo!
¡Cenicienta, repásame el dobladillo!
¡Cepíllame la melena, calienta agua para el baño,
ventila los dormitorios, enciende los candelabros,
zúrceme los calcetines, plancha mi falda de paño...!
¡Cenicienta! ¡Cenicienta! ¡Cenicientaaaaa!
La mañana de mi decimonoveno cumpleaños me calcé mis zapatos de cristal y me fui de casa llevándome conmigo las pocas cosas que me pertenecían y todos los sueños y secretos que mi madrastra no pudo descubrir.
¿Que qué secretos? ¡Es que son tantos! Detalles íntimos de todos los personajes de mi cuento, descubrimientos alucinantes, anécdotas divertidas, momentos históricos...
Érase una vez...