En el siglo XXI parece muy atrevido hablar de milagros. Precisamente en un momento en el que el desarrollo de la ciencia y de la técnica parece explicarlo todo, resulta aventurado pronunciar la palabra milagro. Ante una curación inexplicable o una respuesta de Dios a una petición extraordinaria de los hombres, siempre aparece el racionalista que todos llevamos dentro: ¿Será una sugestión? ¿Es verdad?
La realidad es que Jesucristo, hace ya 2.000 años, pedía fe como requisito previo para obrar cualquier milagro. Hace falta fe para captar el hecho extraordinario como milagro. En cualquier caso, Dios sigue obrando milagros, como atestiguan los procesos de canonización y el testimonio de tantos hombres y mujeres del mundo entero. Dios sigue actuando en la Historia, está entre nosotros.
Los Evangelios están llenos de milagros, las vidas de los santos y la historia de la Iglesia muestran que los milagros se han seguido produciendo a través de los tiempos. También es claro que la Comunión de los Santos sigue actuando hoy como ayer. Los Santos, desde el cielo, son nuestros modelos e intercesores delante de Dios.
Pero ¿qué es exactamente un milagro? ¿Qué dice la ciencia acerca de los milagros? ¿En qué se diferencia un milagro de un favor o de una gracia? ¿Por qué la Iglesia pide un milagro para la beatificación de un Siervo de Dios y otro para su canonización? En este libro se encuentran respuestas a esos interrogantes y datos fundamentales para sostenerlas.