Fernando el Católico había planeado que la conquista fuera totalmente irreversible.
Pero, a veces, las cosas no suceden como estaban pensadas, sino de otra manera mucho más sugestiva.
Porque al fin y al cabo doña Catalina y don Juan de Labrit, los legítimos reyes, sabían desde el principio que algunos libros tienen el poder de ganar causas aparentemente perdidas, y también la capacidad de asombrar al mundo encauzando la historia hacia lo completamente inesperado.