El lector tiene en sus manos la vida y costumbres del Castrillo Tejeriego (Valladolid) de sus últimos 100 años. El autor ha llevado el nombre del pueblo a muchos de sus artículos. Con la excusa de difundir la obra de Miguel Delibes, ha nombrado una y otra vez a las gentes, los pagos, las fiestas, las calles y el transcurrir cotidiano de Castrillo Tejeriego.
No solo de artículos ya publicados vive este libro. Se nutre también de algunas entrevistas a pie de calle y de corral y hasta con unos cuantos poemas de su poetisa, Palmira San José.
Este libro le quiere decir al mundo cómo Castrillo habla, trabaja, anda, siente y padece, mira al cielo, espera la lluvia, acoge al forastero, celebra la fiesta de Capilludos o recuerda a sus antepasados. Es una pequeña muestra de los quehaceres de un lugar castellano que señorea el Valle del Jaramiel, entre el río Duero y el río Esgueva, que tiene alma propia. A fin de cuentas, como diría Delibes, el pueblo permanece
Castrillo permanece y nos habla.