En la novela, se mezclan Blondstein -el judío norteamericano, tal vez argentino- Chaplin y Paulette Goddard, las canciones de Paul Robeson, una singular partida de ajedrez entre los grandes maes tros Bent Larsen y David Bronstein, Gustav Klucis y el cartelismo soviético, las memorias de Buñuel, el fraude de Piltdown, el entierro de Antonio Machado, la música de Madame Butterfly Tina Modotti y la revolución mexicana, el argumento diagonal de Georg Cantor, Aristóteles y Demóstenes, Rita Hayworth y La dama de Shanghai, Hesiodo y el Pentateuco, y muchas otras cuestiones y personajes, en una intriga policíaca en la que nada es lo que parece, y en la que el periodista se obsesiona con la personalidad de Blondstein hasta llegar a sentirse envuelto en una conspiración que parece un juego de espejos.