Entre temas personales y realidad cotidiana, y contradiciendo la rigurosidad académica que exige el tratamiento político, en estas cartas sin destino, la autora alza su voz y desestructura el discurso para poner en evidencia el marco de miseria moral que asola actualmente al mundo de la política poniendo de manifiesto el distanciamiento entre éste y los ciudadanos comunes, los cuales padecen todo tipo de miserias. Abre la ventana al recupero del los conceptos olvidados como: Dignidad e integridad.