El autodidacta Manning buscó durante mucho tiempo principios religiosos sólidos, y pensó acertadamente que el anglicanismo los tenía. Sin embargo, con lo que denominó "iluminación", y en este punto ayudado por la crisis provocada por Newman en el movimiento de Oxford, Manning cayó en la cuenta de que la Iglesia anglicana no era el juez auténtico que pudiera aplicar aquella regla de los principios religiosos que al menos comprendía. Tal autoridad, según Manning, competía al Espíritu Santo, de cuya presencia y acción en la Iglesia es garante sólo el Papa. Convencido de que tal presencia debía ser visible y manifiesta como lo eran los principios, Manning pasó de ser anglicano a primado del catolicismo inglés, y defendió en el Concilio Vaticano I (1870) que se proclamara el dogma de fe de la infalibilidad papal, piedra angular en la que en su opinión se asentaba la infalibilidad de la Iglesia. Lo que estaba en juego, concluye Pereiro, no era una verdad cualquiera, sino "la existencia misma de la fe. Después del concilio, Manning pudo respirar tranquilo".
Agradecimientos
Introducción
I. Tiempo de formación. La Via Media de Manning
II. Principios bajo sospecha
III. Conversión: añadir, desarrollar, perfeccionar
IV. Racionalismo, Protestantismo e Iglesia de Inglaterra
V. Conflictos internos
VI. Preparación del Concilio
VII. Concilio Vaticano I
Conclusión
Bibliografía
Índice Onomástico
Índice general