En definitiva, su título lo dice todo, constituyendo estas líneas un justificado elogio al campo español, a su entorno, a su vida vegetal y animal, a su equilibrio ecológico donde su principal protagonista, junto a la tierra, es el hombre y también un encendido alegato en beneficio de la naturaleza y el medio ambiente, que necesariamente hay que proteger, preservar, cuidar, mimar, teniendo el hombre, en su condición de simple usufructuario, la obligación inexcusable de transmitirlo, al menos en las mismas condiciones que lo recibió, a las futuras generaciones para que éstas puedan igualmente disfrutarlo, y gozarlo en toda su extensión.