En esta magnífica novela, llena de humor negro, un Vallès de veintitrés años, siempre inconformista, nos cuenta sus primeros trabajos en el mundo de la enseñanza y el periodismo, la vida bohemia (a su pesar) en el París de la época, sus ansias de revolución y lucha, sus duelos, sus imperfectos amores. Pocas veces se ha narrado con tanta intensidad, con una prosa tan ajustada como bella, la juventud y sus contradicciones. Y pocas veces también se ha narrado con tanta emoción el deseo de transformarlo todo a nuestro alrededor, de acabar con las injusticias y las mentiras de una sociedad que aún hoy reconocemos como si fuera la nuestra.
Henri Lefevre señaló que el espíritu de la Comuna produjo tres escritores «tan revolucionarios en el discurso como en la praxis»: Lautréamont, Rimbaud y Vallès. De un modo parecido se expresó Jorge Semprún al asegurar que este último no sólo fue un escritor comprometido, sino uno de los autores del XIX que «más resueltamente ha desbordado los límites del naturalismo, de ahí que la estructura narrativa de los libros de Vallès nos parezca tan moderna».