Ferran Pereda consigue dar cuenta de la importancia de un argot que, a diferencia de otros lenguajes compartidos, se define por la ambivalencia y el cambio de sentido, constituyéndose en cuerpo de resistencia a la homofobia intrínseca al lenguaje heteronormativo. Éste último es el origen de muchas de las expresiones recogidas aquí, pero éstas, en boca de una Reina, aparecen resignificadas y despojadas de toda fobia. Al contrario, cuando el lenguaje hetero se apropia de usos del argot gay, casi siempre acaba cargándolos de discriminación. Por algo Pereda comienza este trabajo afirmando que las dos palabras fundamentales de este argot son entender y comprender (ambas indescifrables para quienes no lo conocen).