Ilusionado y asustado, así se encuentra Andrés en la terminal de llegadas del aeropuerto de Basilea esperando la llegada de Fernando y su protector abrazo. Andrés ha dejado atrás el paraíso canario para instalarse junto con Fernando en la fría Suiza donde espera cultivar el fruto prohibido de su amor junto a su amado Fernando. Pero dicho fruto no madurará sin los cuidados y atenciones de ambos y Andrés, alejado de su adorado padre y de su cálida tierra, deberá hacer frente a los problemas que le ayudarán a convertirse en un reputado escultor. García Cánovas vuelve a demostrarnos su talento a través de una elaborada prosa que combina ternura y dureza a partes iguales .