Hadleigh -autor de Conversaciones privadas y de Hispànic Hollywood, libros en torno al mundo del cine- nos explica en este libro con un subtítulo bastante elocuente: Gays en el mundo de la música que «el mundo de la música es más vasto, más libre y más real que el de la pantalla. Los hombres ostensiblemente heterosexuales, o posiblemente bisexuales, pueden permitirse toda clase de ademanes, trajes, accesorios, poses y proclamas en público», sin embargo, añade «el secreto de los^gay en la música no ha permitido que la puerta del camarín nos descubra sino una visión superficial de la diversa joyería que guarda en su interior. En una indústria que adora e incluso hace ostentación de sus extremos, la variante sexual todavía lleva un estigma»; y desde el s. XVII hasta nuestros días nace un recorrido intencionado de las elecciones (y/o condiciones) afectivas (y/o artísticas) de los músicos y gente del espectáculo musical para a continuación aclarar que no «trata de establecer quién es quién ni quién amó a quién, ni se recogen fragmentos a veces cruciales que fueron soslayados en retratos anteriores gobernados por el prejuicio».