La buena poesía siempre es del lector, antes incluso que del autor. Naturalmente, el poema debe partir de una emoción, de una sensación del sujeto, pero lo verdaderamente importante son las emociones, las refl exiones, los sentimientos que el poema provoca en el lector. Cada lector de poesía es un poeta que reescribe el poema a su manera, desde su interior.