A una documentación esmerada sobre las diferentes clases de drogas uso hoy día añade un rosario de anécdotas -se recogen valiosas afirmaciones sobre su consumo por parte de personajes tan dispares como Dickens, W. H. Auden, Freud, Marilyn Monroe o la reina Victoria- sobre un hecho revelador acerca de nuestro modo de entender el fenómeno de los narcóticos: que lo que comenzó siendo una importación legal, incluso con ciertas excelencias higiénicas, terminó en la prohibición más terminante. La conclusión no deja lugar a dudas e ilustra claramente el origen del problema, al demostrar que no hay sociedad que prohíba el uso de las drogas y que a la vez no sepa la conveniencia de tolerarlas. De ahí la importancia de este libro, porque nos hace ver lo irracional de la demonización de las drogas a la vez que nos alerta del peligro real de la industria del narcotráfico.