Estos cantares de pastores, escritos a imitación de los Idilios siracusanos de Teócrito, los fue haciendo Virgilio entre los años 42 y 39 antes de Cristo, cuando rondaba sus treinta años de edad. No era, pues, un poeta joven, ni un poeta primerizo, ni era tampoco un poeta desconocido.
Virgilio aprende los pequeños cuadros de Teócrito y escribe desde el orgullo de la imitatio , una actitud literaria que no les resta originalidad ni mérito a sus creaciones. Él sabe que con ellas está haciendo romana la poesía pastoril teocritea como su amigo Horacio haría casi por los mismos años con la música eolia de Safo y de Alceo.