Siglo VIII. Las brumas y el letargo amenazaban con cubrir toda Europa tras la caída de Roma. La cultura estaba relegada al oscurantismo de los monasterios, donde los monjes copiaban y guardaban los tesoros de épocas pasadas.
Desde Roma, los antiguos dueños del mundo veían a los habitantes del Este como seres oscuros, semi-salvajes, tribus de bárbaros que comían carne cruda y eran incapaces de constituir una unidad política sólida y coherente. Entre los francos, una etnia más de los germanos, surgió un joven con aspiraciones de líder, talento, bravura en la guerra y genio administrativo, por lo que fue llamado Carlomagno.
Un joven analfabeto que rescataría el valor del latín y el griego y la continuidad cultural de Occidente. Un monarca pagano que restauraría los valores humanísticos del pasado, sacaría la cultura de los monasterios, sería Emperador y constituiría un vasto dominio uniendo la tradición romana a la germánica y a la Iglesia Católica.
Ésta es la apasionante historia de Carlomagno, el creador del Sacro Imperio Romano Germánico.