El autor ha pretendido y afortunadamente conseguido plasmar toda la emoción, todo el encanto, toda la nostalgia de los campos enfermos y sedientos.
Un poeta puro de nuestra tierra, que sabe interpretar las representaciones del espíritu de forma intimista y sincera, con desnudez de alma y con la riqueza melódica necesaria para que sus versos, uno a uno, vayan calando en la sensibilidad del lector.
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Rafael de Dios García es, ante todo, hombre de la tierra. Él está orgulloso de serlo, porque se encuentra muy a gusto en contacto con la Naturaleza, a la que vive intensamente. Conoce la vida de la gran urbe, donde se ha movido en medios literarios y artísticos, pero ha preferido volver a sus orígenes.
El Adelantado de Segovia
Viernes 18 de marzo de 1988, pág. 5.