Bowie fue un individuo único, un pionero, un mensajero, un hombre venido de las estrellas, un encantador gentleman británico y un genio. Y, pese a sus constantes cambios de imagen, a sus extraordinarias innovaciones musicales y a su espontánea encarnación de lo cool, también fue un muchacho común de la periferia londinense que logró transformarse gracias a su voluntad en una exótica y excéntrica criatura con un sano y vehemente desdén por los complejos y las normas de la sociedad.