Encontramos en Blues un verdadero arte de las superficies: un inquietante cruce entre lo real y lo asombroso, entre el lenguaje y la vida, las palabras y las cosas. Se trata de un verdadero universo de intimidad: la intimidad de un silencio, de una mirada, de una despedida. Resonancias de un mundo interior: todo tan implícito y desgarrador. No la intimidad de lo inefable, de lo oculto, ni siquiera del secreto, sino, precisamente, esa simple intimidad de lo más evidente y, por ello, de lo más trivial: de esas pequeñas vidas absurdas que se desmoronan en las grietas de sus insignificantes existencias. Blues nos hace partícipes de ese crack-up insubstancial que nos conmueve, nos entristece y fascina.
Carolina Meloni. Madrid.
Relato autobiográfico. Ejercicios escriturales que documentan una búsqueda. Describe el alma desolada de Madrid y de la provincia de la infancia. Una antología de seres multidimensionales como los individuos de ahora, desde el suicida romántico hasta el que cocina una pasta mientras es presionado por su editor mediante mensajes enviados por celular. Relámpagos de erotismo alumbran la revelación de la sexualidad o el homoerotismo de un joven nadador. El descubrimiento del amor y la búsqueda de un destino. Son los cuentos de una ciudad perdida entre olvidos.
Héctor Avellán. Managua.