En esta obra, se analizan los efectos que la teoría evolutiva ha tenido sobre la consolidación del ser humano como ser biológico, pero también se estudia la medida en que el darwinismo ha devenido en una categoría metafísica con la que explicar el mundo que habitamos.
Ahora bien, y esta es una tesis central relevante, se formula la cuestión de hasta qué punto el hombre estaría en condiciones de subvertir el orden natural de las cosas y los entes, incluidos los vivientes, y particularmente él mismo. El hombre es la única especie capaz de reconstruir su historia y de transformar el mundo de forma progresivamente más eficiente, racional y detallada. En el texto se reflexiona sobre el alcance de este concepto, que el autor denomina «transevolución», y se reivindica la necesaria y renovada vía de diálogo con la filosofía y la teología.