No tenemos dragones ni serpientes que presten su nombre a nuestro callejero, a pesar de que la presencia de ?bestias? en nuestro pasado es abundante, pues no faltaron toros para redimir a Heracles, ni doradas abejas criadas por primera vez como ganado en las tierras del coto.
En la presente obra se ha realizado un intento de elaborar un bestiario de la edad moderna onubense en la que el amor a lo cl?sico convive con elementos de la revelaci?n cristiana, ingredientes ambos que conforman la base espiritual de nuestra cultura. Y todo ello en un texto con una prosa po?tica preciosa que convierte el placer en aprendizaje.