He usado a propósito esta palabra que puede relacionar el arte de Manolo Romero con el del segundo Valle-Inclán, el Valle-Inclán expresionista... [...] Mas, ante todo, hay en la obra de Romero una gran creación lingüística, muy diferente, pero equiparable, a la que se observa en las obras burlescas de Quevedo. (...) Atreverse a competir con el tal vez más grande de nuestros escritores de verso en un terreno similar al suyo no es audacia insensata de Romero, sino seguridad en sus distintos fines. Quevedo busca la risa burlona del lector y el correspondiente pesimismo degradador del objeto mirado. Por el contrario, la acumulación de metáforas sorprendentísimas y el uso de una enorme imaginación conduce a Romero al hallazgo de una extraña y personalísima poesía, construida a partir de esa visión desgalichada del animal de turno. [...] Carlos Bousoño