Tras una juventud enfermiza, con una marcada tendencia a caer gravemente enfermo en períodos de crisis, Augusto supo sobreponerse con inteligencia, meticulosidad, paciencia y valentía. Luchó y derrotó a los asesinos de su padre adoptivo, y posteriormente aniquiló sin piedad a su antiguo aliado Marco Antonio y a su amante Cleopatra. Trabajó concienzudamente, reconstruyó Roma y la transformó en una poderosa metrópolis y en uno de los centros políticos y artísticos más importantes del mundo antiguo. Gracias a Augusto, Roma consolidó su paso de ciudad-estado a imperio global, poniendo los cimientos de la futura Europa.
El autor nos ofrece también un apasionante retrato de una época dominada por la intriga, el sexo, la violencia, el escándalo y la ambición más despiadada.