Todavía hoy, en España, en los estudios de Historia del Arte incomoda en algunos sectores que se hable de cuestiones de género, es decir, de los valores en torno a la feminidad y la masculinidad. Este breve ensayo trata de proponer una serie de lecturas acerca de distintas manifestaciones artísticas, surgidas a lo largo del siglo XX, que no pueden entenderse sin una perspectiva transversal que tenga en cuenta los símbolos, signos y significaciones que la sociedad ha ido imprimiendo a las representaciones de la sexualidad y, por ende, a las que se atribuyen a hombres y mujeres. Estas cuestiones de género son cambiantes y están sometidas al discurrir de los avances sociales, políticos, científicos, culturales y de otra índole que han ido modificando los papeles adscritos al sujeto moderno y contemporáneo, que carecería de imagen y representación visual sin el empuje de los diferentes movimientos feministas. También es destacable la aportación de los estudios de temática gay y lésbica y, recientemente, el impacto de la denominada teoría queer , que cuestiona la existencia de identidades fijas en relación con los comportamientos y las orientaciones sexuales. Todo este conjunto de razonamientos dibuja un perfil nómada y heterodoxo de los sexos y también de las resistencias que presentan quienes tratan de mantener a ultranza la divisoria de la feminidad y de la masculinidad como polos irreconciliables basados en la supuesta verdad de la Naturaleza. La batalla de los valores de género no ha concluido y el arte, poroso y sugerente, es un campo abonado para representar la continuidad, saludable, del conflicto.