Argumento de Armadura de Azucar
La palabra de Esperanza Medina, por más que coquetee con la gramática y sus constituyentes, prescinde de retoricismos y de rebuscamientos, llega al destinatario como una plática placentera, queda en él como un recuerdo grato, suena en su cercanía como el pasar de las páginas de un libro muy preciado y accesible. Y todo ello, porque el mensaje es espontáneo, los vocablos como muy jóvenes, como de juego entre ingenuo y amoroso, la sintaxis como de tú a tú - por algo esa senga persona omnipresente - con la intensidad con que uno espera.1