Arde Josefina es una obra en minucioso estado de combustión, una novela tan sobrecogedora como deslumbrante.
Josefina y Juan son hermanos; nacieron en Mánchester, pero desde muy jóvenes se mudan a México con sus padres. Su vida en la Ciudad de México es igual que su casa: fría, silenciosa y fantasmal. Jon y Holly son padres distantes; para ellos la crianza de sus hijos es una especie de incomodidad administrativa, un trámite que, al paso del tiempo, se vuelve intolerable.
Es evidente que algo no está bien con el menor de los hermanos: es ansioso y violento, se agrede a sí mismo y a los demás. En un principio, Jon y Holly no quieren enfrentar la posible enfermedad de su hijo, pues ésta resquebraja la pantalla de aséptico orden que han impuesto a sus existencias. Sin embargo, el furioso sufrimiento de Juan lo sacude todo. Acuden con un especialista que diagnostica una esquizofrenia temprana.
La frialdad de los británicos se convierte en franco desprecio y Josefina asume el cuidado físico y emocional de su hermano. Pasan los años y Jon y Holly deciden regresar a vivir a Inglaterra, dejando la tutela de Juan a Josefina. Es la consumación del abandono de toda una vida. Juan debe ser ingresado a un hospital psiquiátrico. Josefina, huésped espectral de su propia vida, nuevamente deberá hacerse cargo de todo.
Arde Josefina es una obra en minucioso estado de combustión, una novela tan sobrecogedora como deslumbrante. Es, también, el puntual recordatorio de que toda familia es un incendio.