¿Cómo una muchacha pudo escribir, esconder y poner a salvo este diario en el terrible campo de Plaszow, bajo el sádico mandato del comandante Amon Görth, o en el campo de extermino de Auschwitz, uno de los más terribles?
La respuesta según Ana Novac es muy sencilla: «a Hitler no le interesaban nuestros pensamientos, sólo quería nuestro pellejo.» Como una involuntaria cronista de los campos, Ana registra en su cuaderno lo que puede observar y vivir desde dentro: la vida en los barracones, el sufrimiento de sus compañeras, las relaciones, marcadas tanto por el egoísmo como por el coraje y la ternura. Y lo que es más importante, con un estilo impresionante, limpio, de gran efectividad emocional y altura literaria.