La presión demográfica, la necesidad de recursos para atender el incremento de la población y el agotamiento de las explotaciones extensivas, con la aparición de la cerámica que posibilitaría la conservación y transporte de esos recursos, hizo que en este entorno surgiera por vez primera la vida sedentaria y especializada, y que las comunidades neolíticas se transformaran en sociedades complejas: había aparecido la primera civilización que supuso el paso de aldeas a ciudades.
El aprovechamiento de los excedentes producidos por la posesión del agua, trajo consigo, además de ?una mayor eficacia tecnológica y organizativa?, la aparición del estado incipiente y la consolidación de las distintas clases sociales.
Y si esto fue hace 4.000 años, en los inicios del Argar, durante el siglo XIX se vuelve a repetir de algún modo la historia. Y de ello hemos querido dar testimonio en este libro que intenta rescatar, a través de las noticias y acuerdos que aparecen en las actas de los Libros Capitulares de nuestro Ayuntamiento, la crónica menos conocida de los problemas surgidos en torno al agua y su posesión, en una época en la que los grandes beneficiarios de las explotaciones mineras de Sierra Almagrera pusieron sus ojos en nuestro municipio para crear enormes fincas residenciales (colonias agrícolas), desatando una guerra tremenda por el control del agua, que Vera y Cuevas intentan llevarse para abastecerse hasta sus términos municipales, rompiendo con ello el equilibrio en la posesión de la tierra y el armónico uso del agua que habían mantenido los antusos desde tiempos de su repoblación cristiana en tiempos de Felipe II. De todo ello nos ha quedado un enorme patrimonio hidráulico que merece la pena valorar y conservar.