Desde la pobreza hasta los conflictos étnicos, pasando por las violaciones de los derechos humanos y el papel de la mujer en las guerras, una serie de variables sociales, económicas y políticas han alterado el concepto tradicional de guerra. Los enfrentamientos entre los Estados para imponer sus intereses económicos y políticos han sido sustituidos por guerras internas en las que frecuentemente grupos con identidades diferentes intentan conquistar recursos o imponer criterios étnicos, religiosos o nacionales. Más aún, en algunos Estados frágiles o No-Estados y regiones, la guerra está dejando de ser un instrumento para convertirse en un fin mismo, en un medio estructural de supervivencia para grupos sociales.
La crisis del desarrollo en la globalización une a los centros de poder y de producción y consumo por encima de las fronteras , al tiempo que se margina las zonas de miseria. El narcotráfico y los comercios ilegales crean una tela de araña por la que se mueven millones de millones de dólares que generan clientelismo, violencia y desigualdad.
Los inmigrantes, refugiados y desplazados son un vínculo móvil, con redes y estrategias de supervivencia frente a la pobreza y la falta de oportunidades. El medioambiente y su crisis guardan una relación cada vez más estrecha con guerras por recursos escasos, crecimientos demográficos y movimientos de población. Y las respuestas humanitarias están sometidas a la tensión geopolítica y la razón moral.
En su edición del año 2000, el Anuario del CIP plantea las prioridades políticas del sistema mundial y sirve, a la vez, como introducción y profundización del debate acerca de la seguridad y la paz internacional.
Coordinación: Mariano Aguirre.
Autores: Paul Rogers y Oliver Ramsbotham, José A. Sanahuja, Lorena Bilbao, Jesús Núñez, José M. Tortosa, Sandra Gil, Virginia Montañés, Inger Skjelsbaek, Francisco Rey, Mabel González y Alberto Piris.