En el año 1909, Lugones dedicó su Lunario sentimental a Rubén Darío y otros cómplices. Las clamorosas novedades de ese volumen fueron escándalo de todos; se dice que también del propio maestro. Lo indiscutible es que nadie llevó tan lejos como Lugones las audacias de la nueva escuela.
Lugones fue un hombre sencillo, un hombre de pasiones y convicciones elementales, que forjó y manejó un estilo propio. A la manera de Quevedo,cuya mención parece inevitable al tratar de Lugones, éste se propuso escribir con todas las palabras. La obra de Lugones es una de las máximas aventuras del castellano, en palabras de J. L. Borges.
Ya en plena madurez poética decidió quitarse la vida en El Tigre, ingiriendo mezclas abundantes de cianuro con whisky.