2012 se presentó como un tiempo de conjura de demonios. Hay un momento en el que la oscuridad se cierne y parece impenetrable. Luego, pasada la tormenta, siendo consciente de que los hechos, personas y recuerdos que oscurecieron el horizonte ya no tienen la capacidad de hacer sangrar, llega la desorientación de un nuevo cielo despejado. Un mar sin puntos de referencia. Muchos de estos poemas son precisamente eso: estrellas fugaces en el cielo