Antes de que se iniciara el cubismo Pablo Picasso ya estaba convencido de que el siglo xx iba a ser su siglo. No sería el único en pensar así. Alfred H. Barr, Jr., el gran formulador de la historia oficial del arte moderno desde su posición de director del Museo de Arte Moderno de Nueva York en las décadas de los treinta y cuarenta, estableció mediante exposiciones y publicaciones una visión de Picasso que haría fortuna hasta convertirse en dogma historiográfico: la del artista proteico y de obra multiforme, cuyas inquietudes y soluciones plásticas venían a resumir la modernidad. Picasso era para Barr, y para quienes le siguieron al frente del museo, el mejor emblema de un concepto clave para entender lo moderno: libertad.