El madrileño (y montañés adoptivo) Ángel Fernández de los Ríos (1821-1880) fue el prototipo de hombre público de bien que puso todo su esfuerzo e ilusión en cambiar y mejorar España. Lo intentó, sobre todo, con tres palancas: la prensa (periódicos y libros), la política (desde el Partido Progresista en el ámbito municipal, nacional, diplomático...) y la enseñanza (con su apoyo a la Institución Libre de Enseñanza y como fundador de escuelas en Pesquera, su pueblo adoptivo). Trabajó mucho, sin buscar beneficios personales. Si le llegó algún cargo o más bien ?encargo? (como embajador en Lisboa o concejal de Madrid) multiplicó su trabajo para no dejar la prensa y el resto de actividades. Fue un hombre generoso, fecundo y muy interesante al que los españoles del siglo XIX agradecieron su labor otorgándole el honor de dar su nombre a varias calles de ciudades y pueblos.