El trabajo de un policía no se parece en nada a lo que se ve en las películas. Por suerte. Un tiroteo semanal y una persecución quincenal serían demasiado estresantes, pero es una profesión en la que se atesoran anécdotas y alguien tenía que escribirlas. Algunas son divertidas, desde carteristas que no son lo que parecen a transeúntes con bolsas sospechosas, y otras son duras. Muertos, madres resignadas a que su hijo sea un delincuente o que vaya a fallecer.
El autor nos lo explica con un estilo ágil y desenfadado que ayuda a entender lo que siente y lo que vive un agente de la autoridad.