Nuestra propuesta interpretativa consiste en destacar la continuidad a partir del período de formación y crisis inicial, cuando entran en juego el pistolerismo y la represión estatal, tiempo además de definición ideológica. Seguirá, desde el golpe de Primo de Rivera, una permanente presión gubernativa sobre la vida sindical durante la Dictadura, que se ve compensada por una permanente confrontación pública de ideas entre sindicalismo y anarquismo. La tensión desemboca en la ofensiva anarquista, desde el primer momento de la República para hacer de la CNT, el instrumento de la revolución en pos del comunismo libertario. A lo largo de estas tres fases estrechamente vinculadas entre sí, resulta derrotado el proyecto del sindicalismo revolucionario, definido hasta 1923 por Salvador Seguí, cuya consecuencia hubiera sido relegar al anarquismo a una situación marginal, y se impone, en cambio, una estrategia insurreccional de signo bakuniniano, liderada por el grupo dirigente que integran Buenaventura Durruti, Juan García Oliver y Francisco Ascaso.
La otra cara del fallido sueño insurreccional de 1932-1933 es el diseño de una microsociedad libertaria, que no solo se orienta a la ruptura violenta con el orden establecido, sino que intenta configurar un nuevo tipo de relaciones humanas, basadas en la fraternidad y en la solidaridad, así como en el acceso a la cultura, a la naturaleza y a la libertad sexual por parte de los trabajadores. Es la dimensión utópica que pervive hasta el fin de la guerra civil.
Antonio Elorza es historiador. Ha publicado diversos estudios sobre la CNT bajo la dictadura de Primo de Rivera, así como sobre Ángel Pestaña y Diego Abad de Santillán. De los primeros, Josep Termes escribió en su Historia del anarquismo en España que son muy trabajados y elaborados, y constituyen fuente primordial para conocer el doctrinarismo anarquista en estos años.